Si sois asiduos visitantes, nos seguís, nos amáis, en definitiva, si sois simpatizantes de Zumbienuts, os habréis percatado de la aleatoriedad que tenemos en la publicación de contenidos en éste nuestro querido blog; pero espero también apreciéis que esta aleatoriedad no es vana. Simplemente ponemos lo que nos gusta, cuando nos gusta y como nos gusta para compartirlo con vosotros y esperando no caer o repetir el tipo de entradas que hace el resto de blogs de este tipo ( sin querer desmerecerlos, faltaría más).
Y tras esta parrafada que no venía a cuento, bueno sí, bueno no, bueno sí, prosigamos en lo que nos toca ahora.
Y ¿qué os traemos ahora?, pues buena mierda niggas. En uno de mis viajes internautas de rigor, once again, me he encontrado con un máquina, un fiera, otro más para la lista de cortar manos del cual no conocía su trabajo. El artista en cuestión se llama Benajamin Björklund, es suizo y pinta de una manera que si no te mueve algo dentro sería mejor que pidieras cita para el médico.
Pintura. Pintura, pintura. Pintura de la buena, de la que hipnotiza. Colores, puestos a la perfección. Dominio de la forma y proporciones de esa manera que solo el mejor sabe deformar. Es mágica su manera de dar la pincelada, de dejar cosas inacabadas a la libre intuición e interpretación del que observa la obra.
Podría estar divagando y escribiendo sobre el trabajo de este hombre durante mucho rato, pero no voy a hacerlo, porque es preferible que lo comprobéis con vuestros propios ojos. Preparad los bastones y los conos de vuestros globos oculares. Esto es como tomarse un peta-zeta y luego un sorbito de dulce de leche. Como un pellizco y una caricia detrás.
Fascinante, "cabesa".
Ch.
